miércoles, 6 de febrero de 2008

Las cosas que yo sé...

Sabia que se acercaba nuestro inevitable encuentro, nos veríamos, notaríamos los cambios, yo por lo menos, sabes que soy muy observador. Vería tus ojos, ese brillo que siempre me atrajo, y sabría, en ese instante en que todo parece estallar y volar por los aires, en ese instante, sabría que me recuerdas, recuerdas mi cuerpo desnudo sobre mi cama, recuerdas mis ojos mirándote mientras te vestías, recuerdas mis palabras cuando llorabas desconsoladamente. Lo sabré, aunque siempre lo supe pero al no verte, esas imágenes se me hacen borrosas, como que te pierdes por placer mismo del tiempo, los desencuentro se nos van ocurriendo casi matemáticamente, yo paso por tu casa y tú sale en dirección contraria 5 minutos después. Tú pasas por la esquina, de la mano con tu compañero, y yo estuve mirando lejos en ese mismo lugar un instante antes de seguir camino a la facultad, pisamos las mismas baldosas la misma cantidad de veces al día. Y sin embargo no nos vemos, como si supiera que has pasado por ahí, miro las paredes de las casas que te ven pasar cuando vas al trabajo, observo en los ojos de la gente que te ha mirado para encontrar algún rastro de tu pelo, de tus manos, suaves manos que aun hoy extraño. Y como me enteré de nuestro casual, pero para mi, inescrutable encuentro, porque hoy vi a una de tus amigas, de esas que tampoco veo tan seguido como cuando estabas conmigo, la vi, se quedo mirandome en silencio, ella también se dio cuenta de que tal cosa que iba a pasar. Y al poco tiempo, dos horas después en el mercado de la esquina volví a cruzarme con otra de tus amigas, que no me vio, pero la vi... la vi pasar y quise correrla para preguntarle por vos, y para que ella, como la primera y como yo, supiera que nos vamos a encontrar, y que cuando se junten las tres hablaran como azarosamente nos fuimos encontrando, y no hay que decir que cuando la vi a tu hermana por la tarde saliendo de su casa rumbo al trabajo sin dudarlo un remolino de preguntas estallaron dentro mio, todo el camino hasta la facultad fue un transe inevitable, formulaba las preguntas que te haria cuando nos encontremos y la insecable sensación de que te veria salir de un negocio en cualquier instante, que te veria doblar en la esquina y tu cara de susto, estas imágenes me abordaban casi insaciablemente y mi mente las retenía, y me imaginaba la charla, tu cara de sorpresa, y mi total naturalidad.. Eso te sorprendería. Yo como si hubiéramos quedado en encontrarnos tendría todas las preguntas y todas las respuestas que estabas esperando o que se ocurrían aleatoriamente yo estaba preparado para el encuentro, y tu... tu nunca lo estas, a ti no te pasan esas cosas...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay cosas q mejor ni saberlas, me alegro q estes escribiendo nuevamente, espero q nunca le niegues el paso a esos sentimientos q sabes disfrazar tan bien en cada renglon y q cada lector puede interpretar de manera diferente, eso es lo bueno de leerte.Exitos .M